Hay pocas cosas en el mundo que me hagan estremecer y menos de placer.
Sin embargo, hay una que no me deja indiferente…
Algo que posee una persona que una vez estuvo a mi alcance; algo que me acelera el corazón y el cuerpo, algo que me recorrió entera y no se dejó atrás ni un solo centímetro de mi piel.
Un par de labios finos y seductores. Unos labios que escupen veneno y amor al mismo tiempo.
Un par de esos que besan fuerte, que te envuelven y que te hacen desear más. Te dejan sedienta y no consigues llenarte de ellos. Unos labios que nunca querrías dejar que se alejen.
Hacen que el corazón se estremezca y se apodere de ti para dar sus propias órdenes:
Te da la orden de besarle frenéticamente, de no permitirle que pare ni un solo segundo y de rogarle que te vista de besos, de saliva y de placer.
Su boca, en efecto, es ese secreto, ese misterio, esa pesadilla que se encierra bajo la piel, ese placer que no se despega y ese deseo que no se desvanece…
Un fugitivo visitante que todavía aparece entre las sábanas en medio de la oscuridad, haciendo que pierda los sentidos y me olvide del mundo. Su boca, su maravillosa boca.
Un veneno que permanece grabado en mi dermis y que se hunde más con el paso del tiempo, en vez de evaporarse.
…
Inspirada gracias a la melodía: Beyoncé – Crazy in Love
MUY BUENO, VERÓNICA!!
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Muchas Gracias Pamela 😘😘
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