El martes salté al vacío queriendo huir de este mundo. Dejé el planeta atrás y me adentré en la oscuridad.
Y entonces todo se desvaneció, dejé de pesar y de escuchar.
Abandoné la tierra: mi mundo, también al sol: mi estrella y al sistema solar: mi vecindario.
Y caí, o floté… o sencillamente mi cuerpo se separó de mi alma y esta vagó por el espacio, errante y solitaria.
Observe entonces los pequeños puntos de luz que me rodeaban y descubrí mi realidad. Estaba tan cerca de todo y tan alejada al mismo tiempo. Estaba sola, aislada, perdida en lo desconocido.
Yo era una milésima parte de algo colosal, algo inimaginable que siempre estuvo rodeándome, que nunca fui capaz de apreciar y al que ahora pertenecía.
Algo que denominé ‘hogar’.
Un infinito vivo y latente en el que mi alma naufragó. Un infinito oscuro, silencioso y gélido.
Y me quedé inerte entre la nada, observando las lejanas estrellas y fundiéndome con el infinito. Cerré los ojos y me entregué a la oscuridad….
Entonces perdí la conciencia y me desvanecí en el silencio…
“¿Puedes verme ahí arriba?”
…
Fuente de Imagen: Wallpaper House